Antes de dejar la costa este, tuvimos la oportunidad de ir a Philadelphia y ver en directo a dos bandas muy interesantes: El belga Jacco Gardner, rollo psicodélico en plan Love, después Michael Rault, una mezcla de beat y psyche-rock brutal, y los locales The Orange Drop, lisergia sesentera. Gran bolo y mejor velada entre amigos de la escena local.
El viernes 12 Chadd y yo volamos a San Francisco, donde se ve que aún no es verano. Jenny nos recogió en el aeropuerto y nos contó que la niebla se levanta a diario sobre la ciudad durante estos meses para absorber la humedad del Pacífico, lo que hace que la temperatura caiga en picado. Interesante dato, teniendo en cuenta que no traigo ni una mala chaqueta. Para colmo de males, el jet lag que no sufrimos Carlos y yo al volar desde Madrid a Philadelphia, lo he sufrido al volar a la costa oeste. Vuelo a las 7AM, noche en vela y aterrizaje a las 10.30 hora local.
Tocaba aguantar el tirón y, nuevamente, recurrimos a nuestras amigas rubias. Nos fuimos
a un garito llamado Zeitgeist en el barrio The Mission, y allí pasamos el día recibiendo a todos los amigos que tenemos en la zona. Cervezas y maría (sí, aquí es pseudo-legal y todo Dios la fuma) hasta reventar.
Al día siguiente, Jason nos llevó a Lands End, un paraje donde los árboles se funden con el mar. Luego a comer y vuelta por el centro de la ciudad.
Menuda urbe, pequeñita pero con un montón de historia (hippie sobre todo) y muchos lugares de cine (literalmente). Ojo a los murales callejeros.
Por la noche, quedada en el Zeitgiest con Asun y Ernesto y con Mike y Brian. Los primeros son un matrimonio entre una barcelonesa a la que conozco desde hace dos décadas y un neoyorquino de origen colombiano que son la rehostia en verso. Los segundos son mi compadre musical con el que tengo un grupo desde hace unos meses y con quien voy a producir unos temas en estos días (próximamente en el diario de ruta – temazos!) y un colega suyo que habla castellano y se enrolla de cine.
Al día siguiente viaje a Sonoma, la zona donde se produce el famoso vino californiano (¿os acordáis de Falcon Crest?). Día soleado con cata de más de diez tipos de vinos y donde nos volvimos a ver con Asun y Ernesto. Picnic y caravana al atravesar de vuelta el Golden Gate Bridge.
Por la noche, concierto de Pure Bathing Culture, Gap Dream y Emotional en The Chapel 
(una iglesia convertida en garito) y fiestaca con nuestros queridos Janella y Darryl (ex batería de The Phobes y militante de una banda llamada Pony Fight con la que también he tenido productivo contacto). Tras el bolo, garitos con música en directo, sesiones de vinilos sixties y gente guapa por un tubo.
A la mañana siguiente, Chadd y yo nos fuimos a recorrer el barrio hippie por excelencia, y visitamos todas las tiendas de ropa, guitarras y discos de segunda mano. Y vimos y compramos de todo. Comida Thai y a tomar birras en el garito donde las tomaban los escritores de la generación Beat.
Luego paseo por la zona empresarial de la ciudad (con tranvía incluido) y cena en un italiano con el resto de la pandilla y a sobarla. Y a decir adios (o hasta pronto) a San Francisco. Y, a la mañana siguiente, metro (bart) a Berkeley a visitar el campus universitario donde están los laboratorios del proyecto Manhattan.
Precioso campus universitario y zona de juerga estudiantil y tiendas de segunda mano alucinantes, aunque de luto ese día porque 6 chavales habían perdido la vida al caer de un balcón en el que fiesteaban celebrando sus 21 años. Drama absoluto.
Y llegó el momento de despedirnos de Chadd, que volaba de vuelta a Pennsylvania. Ahora me siento como Frodo, empezamos siendo cuatro y me quedo solo con mis anillos a miles de kilómetros de mi casa y en busca de mi destino. Lo bueno es que mi aventura comienza ahora. Mañana a Walnut Creek a grabar con Mike lo que será el primer EP de nuestra banda: The Open Spaces.